Vía Atlántida al M. Kenia 5.372 m.

Vía Atlántida. Abierta por Marcelino Báez, Fernando Santo, Cesar Tejedor y Antonio Villar el 01 y 02 de abril de 1983.
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Vía Atlántida. Abierta por Marcelino Báez, Fernando Santo, Cesar Tejedor y Antonio Villar el 01 y 02 de abril de 1983.
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Vía Canarias. Trazada en el transcurso de la expedición tinerfeña a la Cordillera Real boliviana de 1986.
Compuesta por: Tomas Domingo Hernández, Cesar Tejedor Salguero, Fermín Gonzalez Nogales, Carlos Hernández Delgado, Javier Bolaños Torres,
José Miguel Quintana y Antonio Ramos Villar.
Illampu 6.372 metros Leer más »
Tozal del Mallo, vía Ravier. 1976
Vamos arriba, ya es la hora. Oigo que me gritan desde la entrada de la tienda al tiempo que bajan la cremallera, y veo aparecer la cabeza del jijón, con quien he quedado para hacer la pared sur del Tozal del Mallo. Al principio medio adormilado hasta me fastidia tener que levantarme, pero pronto se me pasa y salgo del saco vistiéndome rápidamente ya que puede ser un gran día para mí. Solo meto en la mochila una frontal, una cuerda y mi maza ya que todo lo necesario lo llevan los jijonenses -después vería que no era así y que nos faltaría material-.
Salimos del camping hacia los estacionamientos donde duermen dentro del coche los dos amigos de Mateo, uno de ellos nos acompañara en la escalada mientras el otro solo nos llevara con su coche y nos esperara hasta que descendamos. Nos cuesta hacer que se levanten, cuando lo logramos nos ponemos en marcha sin perder mas tiempo. El coche ronronea mientras su motor se va calentando y aumenta la velocidad, como críos gritamos ¡ahí vamos Tozal!
Mientras nos acercamos a la entrada del valle van pasando por cabeza recuerdos de tres años atrás cuando realicé mi primera salida a los Pirineos y vi esta majestuosa pared del Tozal y con la ilusión de quien comienza me dije que alguna vez la escalaria y ahora esta a punto de hacerse realidad aquel sueño. Mientras me hago todas estas reflexiones llegamos a la esplanada donde acaba la carretera, aparcamos en un lateral del cercado y cogemos las mochilas. Ya casi a amanecido y la pared emerge de las sombras como una gran vela.
Desayunamos leche y algunas galletas y nos despedimos del compañero que nos ha traído y emprendemos la marcha hacia la casa Viu, el sendero que desde esta casa arranca serpentea por dentro de un hermoso bosque de pinos y hayas. Cobramos rápidamente altura y poco a poco van quedando bajo nosotros los árboles, estos van siendo cada vez menos y ahora solo una corta hierva tapiza el suelo. El Tozal se yergue magnifico e imponente -la verdad es que yo voy callado y pensando si seré capaz de escalarlo o me retirare antes de comenzar-. El camino se hace cada vez mas estrecho hasta que desaparece cuando enfilamos la rampa que nos lleva hasta el contrafuerte donde da comienzo la vía. Este pequeño escalón de unos treinta metros de altura lo atacamos sin encordarnos y los fáciles pasos de tercer grado en esas condiciones dan respeto.
Cuando nuestras cabezas asoman por encima de la plataforma herbosa de donde arranca la Ravier, podemos apreciar toda la magnificencia de esta pared, con asombro por mi parte veo una cordada que están haciendo la franco-española y quita el hipo. Nos encordamos sobre una corta chimenea no muy difícil, aquí comienza en verdad el Tozal. Los primeros largos son fáciles y ni siquiera clavamos en el largo y en las reuniones con dos clavos mas basta. El primer obstáculo serio lo constituye una especie de diedro que se a de superar a base de empotramiento, como hasta ahora yo me he dedicado a ir en el centro pido acometer este largo -nadie se opone- el paso no es demasiado difícil -cuarto grado a lo sumo- pero cuando solo me que dan algunos metros para la reunión las cuerdas se atascan y corren muy mal, como tengo que realizar un delicado flanqueo hasta ella la monto aquí a la salida del diedro y hago subir a los compañeros y en un momento nos encontramos en un pequeña plataforma que es la verdadera reunión.
Sobre nosotros una gran chimenea extraplomada -la famosa característica- este será uno de los largos mas duros de la vía- me comenta el compañero de Mateos que es quien se lo dará de primero, luego pude comprobar que a medida que transcurría la escalada se nos presentarían pasos más difíciles o por lo menos más duros y expuestos que esté, lo que no quiere decir que sea fácil. Mientras le aseguramos nuestro compañero poco a poco gana altura hasta que tiene que hacer uso de los estribos dentro de la chimenea y la velocidad disminuye, superar este largo se nos hace eterna la espera, parece como si nunca fuéramos a salir de esta minúscula repisa donde nos encontramos cuando oímos que nos llaman y respiramos con alivio, Mateo la emprende y yo recuperare el largo. Supera el paso con la rapidez que da tener las cuerdas por arriba y pronto yo me encuentro desclavando, los pasos en libre hasta el extraplomo son difíciles y duros -quinto superior- la chimenea presenta una escalada muy aérea por momentos los estribos cuelgan sin rozar la pared, no puedo recuperar uno de los clavos y alcanzo la reunión, a sido una tirada de ensueño.
Me preguntan que si quiero dar el siguiente largo pero como vengo de recuperar les digo que no y como hasta ahora Mateo no a dado ninguno le tocara a él. No hay que ser un lince para darse cuenta de que no esta en su punto optimo para lo que estamos acometiendo. Comienza con mucho cuidado y avanza bien durante unos metros, pero le cuesta decidirse y cuando al final lo hace lo vemos caer. Lo paro sin gran esfuerzo ya que estaba muy atento temiendo algo así y por que el clavo aguanto. Pronto se recupera, con gran trabajo continua costosamente superando el largo, el tiempo se hace interminable y al fin nos avisa de su llegada a la reunión y salgo disparado a su encuentro. La reunión no admite más que a un componente y nosotros somos tres, esto va a ser incomodísimo Mateo esta sobre los estribos y yo con los pies al aire sentado en un minúsculo rellano, pero el tercero tendrá que continuar según llegue.![]()
Así lo hace, nosotros le preparamos el material y se lo pasamos cuando esta a nuestros pies. Me fastidia que tenga que ser así ya que se le ve muy cansado, pero no hay otro remedio. Acomete el largo muy decidido, va muy bien y se nota que no es nada fácil los estribos están continuamente en el aire, este largo tiene marcado muchos pasos de quinto grado y algún sexto combinado con artificial no muy difícil, es una gran tirada.
Los largos se suceden, continuando en cabeza el compañero de Mateo. El día transcurre muy rápidamente al tiempo que se pone malo meteorológicamente hablando ya que unos densos nubarrones anuncian agua. Son las cinco y consultamos el croquis pues no vemos la hora de llegar al comienzo de la gran chimenea, la reseña marca que, parte de unas repisas como para vivac donde cabrían seis personas y es de ahí donde arranca la chimenea. Después de un largo bastante sostenido de quinto grado alcanzamos las famosas repisas, a todas estas comienza a llover con bastante fuerza. Ya son casi las siete y todavía nos quedan como ochenta metros para salir de la pared. Dudamos que hacer creemos que tendremos que vivaquear incluso alguno dijo que lo hiciéramos aquí mismo ya que el lugar era cómodo, pero decidimos continuar. El Jijones intenta continuar en cabeza, pero el esfuerzo que ha hecho durante el día le pasa factura a sus dedos que al aferrarse se le niegan a abrírsele de nuevo produciéndole un fuerte dolor que le hace gritar de una manera que asusta, Mateos tampoco la tiene todas consigo ni yo tampoco, pero al fin cojo la cabeza, la entrada a la chimenea la realizo con un paso en los estribos para continuar en libre, al principio fácil pero pronto se hace extremadamente difícil, en el flanqueo de una lisa placa estuve a punto de caer ya que la cuerda hacia mucho roce con la roca. En una corta hendidura monto la reunión y hago que suban los compañeros. Primero uno y mientras él asegura al de abajo, yo ya estoy dando la siguiente tirada sin que nadie me este asegurando. Así serán los cuatro largos en los que hicimos la famosa chimenea.
Largo tras largo algunos con mas y otros con menos dificultad voy acercándome a la salida de la pared, solo me quedan treinta metros cuando comienza a oscurecer, miro el reloj y marca casi las veintiuna horas. En este último largo no puedo llevar la mochila ya que es demasiado estrecho y se la dejo a los compañeros, este tramo es difícil hasta sus últimos metros, como no me quedan mosquetones lo hago sin seguro alguno, ¡por fin grito cumbre!
Monto la reunión y les vocifero que cuando quieran, pero como nos hallamos escalonados y ha oscurecido completamente este tramo se les hace muy difícil y subir la mochila es un problema ya que se engancha en la chimenea. A lo lejos vemos como caen algunos rayos. Como hace frio me acurruco entre unas rocas y al instante me duermo, me despiertan los gritos de los de abajo que hace un rato que me llaman para que les asegure -la verdad es que no sé cómo sucedió, el cansancio me pudo-. A la una de la madrugada asoma su cabeza Mateo que venía de ultimo.
Recogemos el material y buscamos un abrigo para pasar la noche, encontramos un pequeño nicho echo por otras cordadas en las mismas circunstancias. Apenas cabemos, pero es mejor estar apretados que tener frio. Estamos contentos, hemos hecho realidad un deseo, sacamos algo para comer y a esperar el día.
La noche transcurre lenta, pero como todo, tiene su fin y la luz hace que los colores vuelvan a reinar. Tan pronto como podemos orientarnos nos ponemos en camino, la hierba que tapiza la cumbre del Tozal se extiende por todo el anfiteatro, es una verdadera delicia caminar por el pequeño sendero, buscamos afanosamente las famosas clavijas de Salarons con gran cuidado en no equivocarnos y meternos en un atolladero. Encontramos la bajada y la realizamos con rapidez ya que tenemos ganas de estar en el valle con los amigos y contagiarles nuestra alegría. Al llegar encontramos preocupado al que nos estaba esperando, cuando estamos reponiendo fuerzas aparece Alberto que ha subido en auto stop pues estaba preocupado por nosotros. Todos juntos regresamos al camping y damos por finalizada esta bonita actividad.
Tozal del Mallo 1976 Leer más »
Camino del Vignemale.
Para todo aquel que contempla por primera vez el macizo del Vignemale, es como descubrir una hermosa joya en el gran tesoro que es el Pirineo.
Mi segundo encuentro con estas bellas paredes lo hago junto a Alberto Alom que es la primera vez que las contempla y a pesar del cansancio de estos últimos días de marcha se le nota contento. Yo por mi parte estoy muy satisfecho de acompañarle y de nuevo contemplar estas grandiosas paredes. Esta vez hay menos nieve que en la anterior que estuve aquí. El Pitón Carré está prácticamente impracticable ya que los neveros superiores están chorreando agua y la pared se encuentra completamente mojada, de la misma forma se encuentra la Point du Chausenque y en menor medida la Pique Longue, las Agujas de los Glaciares y el Petit Vignemale.
Mientras descansamos en el collado de las Mulets, nos acordamos de los ajetreos que han precedido a estos dos días de agotadora aproximación. El viaje de Tenerife a Barcelona, en aquel avión repleto de franceses y el encuentro con nuestro amigo Miguel que nos esperaba en el aeropuerto parece ahora tan lejos como si fuesen años.
De Barcelona hasta Torla nos trajo Miguel en su coche, no sabe cuánto se lo agradecemos pues de otra manera nos hubiera costado varios días llegar aquí. Durante el trayecto nos hemos contado nuestras escaladas de este año que no nos hemos vistos, él nos cuenta lo que a echo en Monserrat y en el Pedraforca y se nos hace la boca agua, nosotros le contamos las nuestras en Tenerife y las que pensamos hacer en Vignemale.
Sobre el mediodía llegamos a Torla, tenemos que comprar algo de comida que nos falta, azúcar, pan y algunas otras cosas, paramos en un bar que ya conocíamos de tres años atrás. Preguntamos por las salidas de las guaguas para Barbastro y con gran asombro por nuestra parte, el dueño nos dice que ese servicio lo han quitado el mismo año en que nosotros lo utilizamos, nos explica que la única forma de bajar es en taxis. Bueno, lo que a nosotros ahora nos importa es subir ya nos la arreglaremos cuando regresemos.
El coche se pone de nuevo en marcha, Miguel nos acompañara hasta Bujaruelo, que es donde se termina la pista que, arrancado del puente de los navarros, remonta seis kilómetros el valle de Ara. Por el margen izquierdo de esta pista baja impetuoso el torrente que será durante dos días nuestro inseparable compañero.
En la casa forestal que hay un kilometro antes de finalizar la pista, preguntamos por el camino a seguir. No se ponen de acuerdo en los horarios, llegándonos a decir que son varios días, pero un pastor al cual uno de los guardas pregunta, nos dice muy satisfecho que tres o cuatros horas. Que largas se nos hicieron esas horas, jejeje.
Llenamos las mochilas, van hasta los topes y todavía nos quedan cosas que meter, tenemos que optar por llevar una bolsa de mano cada uno, lo cual es muy incómodo. A medida que nos vamos adentrando en el Valle, este se va haciendo más ancho y después de un corto recorrido por un buen trazado camino entre arbolado y matos, desembocamos en unos prados cubiertos de flores blancas -sería un paraíso si no fuese por la cantidad de mosca que lo invade todo-.
En la primera cabaña forestal comemos algunas chucherías y cuando nos disponemos a continuar nuestro camino vemos venir a los vascos que habíamos adelantado anteriormente, después de intercambiar algunas palabras con ellos emprendemos la marcha. Este valle es inmenso. Son cerca de las seis de la tarde y todavía no hemos alcanzado la segunda cabaña, yo casi no puedo mantenerme en pie, descanso cada cinco minutos ¡no puedo mas! Alberto se me ha perdido de vista tras un recodo, al doblar unas rocas lo veo tumbado en la hierva y junto a la dichosa cabaña, al llegar lo único que se me ocurre es tumbarme, con la mala suerte que dejo caer la mochila sobre los excrementos de vacas que han estado pastando, Alberto se ríe y no es para menos.
El atardecer aquí es idílico, el fondo del valle se va oscureciendo, mientras arriba en las cumbres el Sol con sus últimos rayos acaricia estas altas partes de la Tierra. Cenamos y rápidamente nos metemos en los sacos.
Nos levantamos tarde, alrededor de las ocho, el día amanece esplendido, creíamos que seria malo ya que ayer había densos nubarrones que hacían prever lluvia. Después de haber desayunado nos ponemos en camino, de aquí hay que virar al Norte, el Valle parece no tener fin. A veces me retraso demasiado de Alberto y tiene que esperarme, nos cruzamos con un rebaño de vacas. Sobre el medio día desembocamos en un amplio circo con unos pequeños lagos en su interior -Ibón de los buitres-. Una pendiente pala de nieve nos conduce hasta el col de los Mulets.
En lo alto, densos nubarrones que amenazan lluvia –abra que descender lo mas rápido que podamos, si no, nos va a coger un palo de agua- le digo a Alberto y enseguida estamos ladera abajo entre neveros y rocas. A cada paso el refugio se nos acerca, en la última rampa que nos queda para alcanzar el valle comienza a llover, al momento estamos empapados, al pisar las primeras hiervas del llano apretamos el paso y después de dejar nuestras mochilas bajo unas rocas y casi corriendo nos dirigimos al refugio de la Oulettes de Gaube (propiedad del C.A.F).
En el encontramos poca gente, unos pocos franceses y algún que otro español, el guarda no se encuentra en estos momentos, fuera llueve fuertemente esperamos a que afloje para ir a buscar las mochilas pues hemos desistido de montar la tienda y dormiremos en el refugio. Al final montaremos la tienda esa tarde mismo, pero no la usaremos.
Como las habitaciones están cerradas dormiremos en el comedor, a medida que transcurre la tarde van llegando montañeros, algunos como nosotros y otros que vienen de alguna escalada. Mientras contemplamos las ya casi oscuras paredes del circo vemos llegar a una de estas cordadas, son tres maños que viene del couloir del Clot de la Hount con los cuales haríamos gran amistad en los días que pasaríamos aquí.
La noche es animada, cenamos leche galletas y mermelada para meternos pronto en los sacos. El comedor ya se ha llenado de gente, hemos quedado con dos de los maños para ir hacer la cara norte de la Pique Longue. Nos levantaremos a las cinco, mañana será un gran día.
A la hora fijada ya estoy en pie, llamo a Alberto y nos ponemos a recoger los sacos, mientras él prepara el desayuno yo voy a llamar a los maños, me cuesta un poco encontrarles, pero cuando lo hago se visten con rapidez y desayunamos juntos. Ya solo queda coger las mochilas las cuales anoche dejamos preparadas.
Mientras caminamos por el prado que precede a la morrena de lo que queda de glaciar contemplamos el cielo negro y limpio rebosante de estrellas brillando intensamente, esto nos tranquiliza, pues pensamos que por lo menos tendremos una mañana de buen tiempo y con eso nos bastara para salir de esta pared de ochocientos metros. Pero no decimos nada y marchamos cada uno con sus ansias y temores, cuanto mas nos acercamos mas impresionante se vuelve. El glaciar a pesar de ser minúsculo se nos hace interminable.
El comienzo de la fuerte pendiente que termina en la rimaya de la entrada del couloir de Gaube nos indica donde tenemos que abordar la roca. Mientras sacamos los trastos y nos lo colocamos, comemos algo, ya ha amanecido completamente. Los maños son los primeros en entrarle a la vía, desde abajo les voy indicando por donde tirar. Mientras Alberto me asegura acometo el primer largo, hemos acordado en que iré siempre en cabeza, así perderemos menos tiempo ya que del año anterior recuerdo el itinerario. En los cuatro primeros largos solo clavamos en las reuniones, uno de estos es imposible sacarlo así que lo dejamos. Luego la escalada se hace mas fácil por lo que esta sección la hacemos a la par.
Los maños van cincuenta metros por encima nuestro y también lo están haciendo a la par, así que avanzamos muy rápidos, en menos de dos horas hemos alcanzado la primera torre de la arista central. Antes de alcanzarla tuvimos un pequeño susto ya que cuando me encontraba dando un largo un tanto delicado sin poder asegurar a Alberto y sin lugar donde clavar, este tubo que tubo que tomar al cabeza de la cordada y en el momento que llegaba al pie de la primera torre se le fue un bloque que estuvo a punto de arrastrarle, lo que hubiera significado un mal final para los dos. Pero las rocas caen solas al vacío mientras Alberto se aferra a la pared.
El susto pasa y proseguimos, alcanzo a mi compañero y tomo la cabeza. Aquí es donde comienza a ser bella la escalada, aunque no demasiado difícil. En lo alto de la torre nos detenemos para comer y nos damos cuenta de que tenemos poca agua ya que no hemos llenado del todo la cantimplora. Los maños nos gritan desde la segunda torre que está a dos largos de distancia y que por lo visto se han confundido y la están rodeando por la derecha, les indico que es por la izquierda y vuelves sobre sus pasos, mientras recogemos las cosas para continuar ellos ya han desaparecido detrás de la segunda torre. Continuo en cabeza, estos largos hasta la torre son magníficos, una vez alcanzada hay que descender unos metros y por la izquierda afronto una fea chimenea -cuarto grado- que desemboca en un rellano, la escalada transcurre plácidamente sobre una roca poco segura. En el largo anterior me quede bloqueado sin poder subir ni bajar tubo que ser Alberto quien salvará -muy limpiamente- el obstáculo.
Mientras estamos enfrascado resolviendo los problemas que nos presenta la escalada no nos fijamos en como esta cambiando la climatología, el valle ya ha desaparecido de nuestra vista y una fina niebla nos rodea, pero alcanzado el final de la arista vuelve a despejarse y así continuara hasta la cumbre.
Desde el final de la arista que es también donde desemboca la llamada -chimenea de los austriacos- hay que realizar un fácil pero expuesto flanqueo de unos ochenta metros hacia la izquierda, esta travesía se encuentra en peores condiciones que la otra vez que la realice ya que está completamente mojada y en su parte final cubierta de nieve y barro, los maños ya están en la otra parte y se disponen a comenzar los últimos largos que los conducirán hasta la arista de Gaube.
Comienzo el franqueo con todo el cuidado que soy capaz de poner, metro a metro me alejo de Alberto que vigila todos mis movimientos, tengo que ir con mucho cuidado, de vez en cuando alguna pequeña piedra se precipita al abismo al desprenderse bajo mis botas, poco a poco me voy acercando al final, supero una pequeña mancha de nieve inestable y estoy en la reunión. Respiro hondamente y llamo al compañero que llega rápidamente después de que la mancha de nieve cediera dándole un gran susto. El siguiente largo esta muy descompuesto al que sigue una corta arista bastante tumbada que nos deja al pie del vertical muro final que nos depositara en arista de Gaube. Este muro solo tiene tres largos de unos esquistos rojizos bastantes compactos y de pequeñas presas, para mi personalmente es de los tramos mas bellos de toda la ascensión ya que el escalador tiene bajo sus botas, apoyadas en pequeños resaltes, setecientos metros hasta el glaciar que le hace sentirse como un pájaro surcando los cielos.
Desde la arista nos llaman los maños para decirnos que nos dejan su cantimplora debajo de una piedra pues todavía les queda agua, les damos las gracias y nos despedimos hasta el refugio. Estos largos finales los realizamos rápidamente pues no clavamos nada, ya fuera de la pared, en la arista cogemos la cantimplora y después de beber afrontamos la pirámide final, las botas se adhieren con dificultad ya que esta todo muy mojado lo que hace esta sección muy delicada. Tres largos mas y la cumbre, donde disfrutamos de un bien merecido descanso.
Solo estamos nosotros y un francés que llega por el sur, los maños ya se han marchado. Y sin nada mas que ofrecerle a esta cumbre que me ha visto pisarla por dos veces, siempre por el mismo itinerario hermoso y elegante que es la Barrio-Bellocq. Y sin más preámbulos emprendemos el descenso por su pedregosa cara sur y en un momento nos encontramos sobre el glaciar de Ossoue donde nos cruzamos con algunas cordadas que ascienden por él. La parte superior de este glaciar es un liso y llano plato y con la espesa niebla que ahora le cubre toma una forma de balsa donde reina el silencio y es sobrecogedor. Cuando estamos a la altura de la salida del couloir de Gaube vemos surgir de éste a los vascos con quien días después y en compañía de Valles (que es uno de los maños) escalare los Seracs del Petit Vignemale.
En la parte inferior del glaciar y sobre unas rocas nos detenemos para comer y contemplar la belleza del valle de Bayssellance. Como tenemos la impresión de que lloverá reemprendemos la marcha sin más dilación apretando el paso, al rato y cuando ya estamos a punto de alcanzar el collado que da acceso a las Oulettes de Gaube caen algunas gotas que pronto cesan y una hora después nos encontramos en el refugio. Son las cuatro de la tarde, el tiempo empleado en escalar los ochocientos metros de la pared a sido de solo seis horas, un buen horario estamos muy contentos, para Alberto es su primer gran recorrido, a sido un día completo. La tarde la empleamos en mudar nuestras cosas a la tienda pues ya que la hemos cargado no vamos a pagar refugio. Mañana lo emplearemos en descansar ya que el siguiente queremos ir al couloir de Gaube. Y con estos detalles domésticos se termina este completo día, mañana volverá la luz.
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1 – Vía Cresta del Gallo. abierta por Luis Gómez y Antonio R. Villar el 13 de enero de 1980.
2 – Vía Esther. Abierta por Luis Gómez y Antonio R. Villar el 3 de octubre de 1979.
3 – Vía Realidad paralela. Abierta por Juan I. Frias y Antonio R. Villar el 22 de noviembre de 1981.
4 – Vía Luis Villegas. Abierta por Luis Gómez y Antonio R. Villar el 4 de noviembre de 1979.
5 – Vía Nieves. Abierta por Luis Gómez y Antonio R. Villar el 3 de noviembre de 1979.
6 – Vía Espolón Oeste. Abierta por Javier Alom y ?? el ??.
Roques de Guillermo. Leer más »
Vía Y parecía fea. Abierta por Javier M. Carbajal y Antonio R. Villar el 24 de septiembre de 2005.
“ATLANTIDA” Este nombre siempre despertó en mi imaginación las mas fantásticas leyendas, algo que se encuentra en el subconsciente de todo canario y que cualquier día aflora al recuerdo, aquella etapa floreciente de lo que nos empeñamos en llamar sociedad.
Por esto ahora, cuando nos hallamos los cuatro metidos en esta minúscula pero acogedora (al principio) caja que es el Howell Hut situada a unos metros bajo la cumbre del Nelión pasando mas frio que pingüinos en pelota, creemos que hemos acertado al llamar así a la ruta por la cual hemos ascendido a la Punta Batian y me vienen a la memoria todos los tinglados que hemos tenido que hacer para estar aquí. Todo comenzó con unas diapositivas pasadas en Tenerife por Luis Fraga, en las que el couloir del Diamante se mostraba a nuestros ojos como una joya recién descubierta. Unos días después estábamos conspirando de qué manera iríamos a su encuentro.
La decisión fue para la semana santa y nos entrampamos en unos credivuelos y otros préstamos, es sí como el avión de Iberia nos deposita en Nairobi. Esta ciudad es acogedora, sobre todo la parte de University Small, pero el tiempo apremia y después de alquilar un fotingo salimos al día siguiente para el monte. Después de cinco horas de viaje con nuestro fotinguillo alcanzamos la pista que partiendo de Naru Moru nos introduce al parque nacional del Monte Kenia. Una vez pagadas las correspondientes tazas de entrada nos despedimos del Ranger que se enrolla cantidad con nuestras galletas y nos adentramos “ en la selva” sintiéndonos exploradores y esperando que en cualquier momento una manada de elefantes rompa la tranquila espesura que rodea la pista, pero no tardamos en darnos cuenta que hemos llegado con un siglo de retraso.
Alcanzamos sin mayores incidentes Met Station, sin tener en cuenta a los dos ingleses que hemos traído subidos a la caliente tapa del motor de nuestro coche y que casi se nos achicharran. Aquí no encontramos a nadie que nos ayuden con nuestras cargas por lo que Cesar y Marcelino han de bajar al pueblo en su busca, mientras yo con Fernando me dedico a descubrir lo que nos rodea y evitar que “Daniel,” un espabilado mono y sus compinches descubran nuestros alimentos. Esa noche los encargados del River Lodge nos hacen la puñeta y terminamos pagándole 10 ksh cada uno por dormir al raso (los tíos son unos mangantes). De madrugada y después de conseguir quien nos ayudaran con los trastos (tres porteadores) emprendemos la marcha, al principio todo muy bucólico para dar paso a los cabreos padres en las pendientes fangosas. Luego renace la calma al entrar al valle Teleki donde la niebla comenzaría a dejarnos en paz.
En el Mackinders Camp me comienza a doler la cabeza que haría un suplicio la subida que nos lleva al Two Tarn Hut. “Mi casa” eso es lo que fue para nosotros esa ”lata” junto a esa hermosa laguna que es el Hut Tarn. Los días pasan rápidamente y comenzamos a saber que hacemos en un lugar como este. La cara Oeste no esta en condiciones ya que el glaciar colgante esta con un hielo quebradizo y sobre él, granizo que se deposita todas las tardes. El Couloir del Diamante esta mas propio para practicar piragüismo que la escalada, ya que en el primer tramo no existe hielo y en su lugar baja una cascada de agua. Con este “maravilloso” panorama, amen del mal tiempo de las tardes y el fuerte viento mañanero decidimos meternos de lleno en lo que llamamos el pilar S.W. y en cual sabemos que no ha sido trazado hasta la fecha ninguna vía que, además, empatándola en la arista cimera con la ruta de la arista S.W. quedando a nuestros ojos como muy bonita. Así que en la tarde del treinta y uno de marzo reina una febril actividad en el refugio preparando el material. Por eso de la ligereza no subimos los sacos de dormir ni nada que pueda significar ventaja para la gravedad. Con una buena sección de Boulder y con un frio baño en la laguna finaliza la jornada.
Como buenos bagañetes nos levantamos tarde y ya ha salido el Sol cuando alcanzamos la base del pilar. Nos atamos y después de colgarnos el material me encuentro enfrentado al primer largo. Unos canales fáciles nos depositan en el primer diedro, los cuales no abandonaremos hasta salir del pilar. La roca es excelente haciendo que la escalada sea un disfrute, solo a veces enturbiada por el dichoso liquen que se empeña en crecer allí donde mejor va el pie de gato. Desde el comienzo, la escalada se desarrolla totalmente en libre y manteniéndose en una dificultad sostenida ya que rara vez baja del quinto grado, siendo el tercer largo el que más fuerte encontramos y que sin duda alguna se puede catalogar de sexto, formado este por dos fisuras paralelas en el fondo de un diedro en que el empotramiento de puños da paso a un encajonamiento para de esta manera alcanzar unas terrazas musgosa en las que el patinaje artístico es indispensable dominar. Poco a poco vamos superando las torres que forman el pilar, tres en concreto. A eso de las dieciséis horas hace aparición el granizo y el agua, solo estamos a un par de largos para finalizar el pilar y como pensamos que esto va a durar toda la tarde como en los días precedentes sacamos la tela de vivac y nos refugiamos en ella. Una hora mas tardes cesan las inclemencias y aunque es temprano aun, optamos por pasar la noche en este mismo lugar. Un maravilloso atardecer como solo puede verse en el África nos recompensa del frio que pasaremos.
El amanecer es aún más hermoso en cuanto que nos trae el calor. Ponerse en marcha cuesta, pero pronto encontramos el ritmo enfrentándonos a una placa con pocos resaltes y forzándonos a dar algunos pasos de A0 en unos desplomes rojizos y así alcanzar el anfiteatro característico. Este es un verdadero caos de piedras sueltas y arenilla que se extiende durante ciento cincuenta metros. Aquí cada uno se lo monta como mejor puede para evitar dar una pedrada al compañero. Y bajo la abombada pared que sostiene la arista cimera se nos revela un problema, si continuamos recto tendremos que afrontar algunos largos de artificial ya que la pared se llena de desplomes y como esto se sale fuera de nuestros planes optamos por continuar por unas canales un poco a la izquierda que nos permitirá rodear este sector y alcanzar la arista.
Dos largos muy bonitos y una larga travesía a la derecha nos depositan de nuevo en la vertical del itinerario y bajo una canal que se sierra en desplome, la cual una vez superada nos deposita en la arista S.W. justo a la salida de la cara Sur.
Desde aquí el glaciar del Diamante se ve impresionante, cuanto nos alegramos de no habernos metido esta vez, pues su color negruzco nada tiene que ver con el hielo. A partir de aquí poco hay que contar, una alegre trepada -eso sí, cansada a causa de la altura- nos deposita, entre un tupido manto de niebla en la cima del Batian. Las fotos de rigor y una hora después de nuevo nos engullen el vacío para ir al encuentro de la Puerta y alcanzar el Nelión cuando comienza a oscurecer. Y así ahora cundo el tiempo empieza a transcurrir y el frio nos hace azocarnos unos a otros en busca de calor, el recuerdo de estas jornadas vividas y otras muchas a lo largo de esto que llamamos vida, nos hace sentirnos humildes pero dichosos de ser capaces de vencer nuestra insignificancia y alcanzar lo que nos proponemos.
El pequeño refugio que es el Howell Hut nos ofrece sus heladas planchas de aluminio que se nos antojan un palacio. Esta noche es más fría que la anterior pero la euforia se encarga de hacerla soportable y nos entretenemos leyendo la reseña de los maños que estuvieron en el Diamante unos meses antes. El nuevo día nos trae un largo descenso en busca de nuevas ilusiones y de pasarlo bien en este magnífico país que es Kenia.