Tozal del Mallo 1976
Tozal del Mallo, vía Ravier. 1976
Vamos arriba, ya es la hora. Oigo que me gritan desde la entrada de la tienda al tiempo que bajan la cremallera, y veo aparecer la cabeza del jijón, con quien he quedado para hacer la pared sur del Tozal del Mallo. Al principio medio adormilado hasta me fastidia tener que levantarme, pero pronto se me pasa y salgo del saco vistiéndome rápidamente ya que puede ser un gran día para mí. Solo meto en la mochila una frontal, una cuerda y mi maza ya que todo lo necesario lo llevan los jijonenses -después vería que no era así y que nos faltaría material-.
Salimos del camping hacia los estacionamientos donde duermen dentro del coche los dos amigos de Mateo, uno de ellos nos acompañara en la escalada mientras el otro solo nos llevara con su coche y nos esperara hasta que descendamos. Nos cuesta hacer que se levanten, cuando lo logramos nos ponemos en marcha sin perder mas tiempo. El coche ronronea mientras su motor se va calentando y aumenta la velocidad, como críos gritamos ¡ahí vamos Tozal!
Mientras nos acercamos a la entrada del valle van pasando por cabeza recuerdos de tres años atrás cuando realicé mi primera salida a los Pirineos y vi esta majestuosa pared del Tozal y con la ilusión de quien comienza me dije que alguna vez la escalaria y ahora esta a punto de hacerse realidad aquel sueño. Mientras me hago todas estas reflexiones llegamos a la esplanada donde acaba la carretera, aparcamos en un lateral del cercado y cogemos las mochilas. Ya casi a amanecido y la pared emerge de las sombras como una gran vela.
Desayunamos leche y algunas galletas y nos despedimos del compañero que nos ha traído y emprendemos la marcha hacia la casa Viu, el sendero que desde esta casa arranca serpentea por dentro de un hermoso bosque de pinos y hayas. Cobramos rápidamente altura y poco a poco van quedando bajo nosotros los árboles, estos van siendo cada vez menos y ahora solo una corta hierva tapiza el suelo. El Tozal se yergue magnifico e imponente -la verdad es que yo voy callado y pensando si seré capaz de escalarlo o me retirare antes de comenzar-. El camino se hace cada vez mas estrecho hasta que desaparece cuando enfilamos la rampa que nos lleva hasta el contrafuerte donde da comienzo la vía. Este pequeño escalón de unos treinta metros de altura lo atacamos sin encordarnos y los fáciles pasos de tercer grado en esas condiciones dan respeto.
Cuando nuestras cabezas asoman por encima de la plataforma herbosa de donde arranca la Ravier, podemos apreciar toda la magnificencia de esta pared, con asombro por mi parte veo una cordada que están haciendo la franco-española y quita el hipo. Nos encordamos sobre una corta chimenea no muy difícil, aquí comienza en verdad el Tozal. Los primeros largos son fáciles y ni siquiera clavamos en el largo y en las reuniones con dos clavos mas basta. El primer obstáculo serio lo constituye una especie de diedro que se a de superar a base de empotramiento, como hasta ahora yo me he dedicado a ir en el centro pido acometer este largo -nadie se opone- el paso no es demasiado difícil -cuarto grado a lo sumo- pero cuando solo me que dan algunos metros para la reunión las cuerdas se atascan y corren muy mal, como tengo que realizar un delicado flanqueo hasta ella la monto aquí a la salida del diedro y hago subir a los compañeros y en un momento nos encontramos en un pequeña plataforma que es la verdadera reunión.
Sobre nosotros una gran chimenea extraplomada -la famosa característica- este será uno de los largos mas duros de la vía- me comenta el compañero de Mateos que es quien se lo dará de primero, luego pude comprobar que a medida que transcurría la escalada se nos presentarían pasos más difíciles o por lo menos más duros y expuestos que esté, lo que no quiere decir que sea fácil. Mientras le aseguramos nuestro compañero poco a poco gana altura hasta que tiene que hacer uso de los estribos dentro de la chimenea y la velocidad disminuye, superar este largo se nos hace eterna la espera, parece como si nunca fuéramos a salir de esta minúscula repisa donde nos encontramos cuando oímos que nos llaman y respiramos con alivio, Mateo la emprende y yo recuperare el largo. Supera el paso con la rapidez que da tener las cuerdas por arriba y pronto yo me encuentro desclavando, los pasos en libre hasta el extraplomo son difíciles y duros -quinto superior- la chimenea presenta una escalada muy aérea por momentos los estribos cuelgan sin rozar la pared, no puedo recuperar uno de los clavos y alcanzo la reunión, a sido una tirada de ensueño.
Me preguntan que si quiero dar el siguiente largo pero como vengo de recuperar les digo que no y como hasta ahora Mateo no a dado ninguno le tocara a él. No hay que ser un lince para darse cuenta de que no esta en su punto optimo para lo que estamos acometiendo. Comienza con mucho cuidado y avanza bien durante unos metros, pero le cuesta decidirse y cuando al final lo hace lo vemos caer. Lo paro sin gran esfuerzo ya que estaba muy atento temiendo algo así y por que el clavo aguanto. Pronto se recupera, con gran trabajo continua costosamente superando el largo, el tiempo se hace interminable y al fin nos avisa de su llegada a la reunión y salgo disparado a su encuentro. La reunión no admite más que a un componente y nosotros somos tres, esto va a ser incomodísimo Mateo esta sobre los estribos y yo con los pies al aire sentado en un minúsculo rellano, pero el tercero tendrá que continuar según llegue.![]()
Así lo hace, nosotros le preparamos el material y se lo pasamos cuando esta a nuestros pies. Me fastidia que tenga que ser así ya que se le ve muy cansado, pero no hay otro remedio. Acomete el largo muy decidido, va muy bien y se nota que no es nada fácil los estribos están continuamente en el aire, este largo tiene marcado muchos pasos de quinto grado y algún sexto combinado con artificial no muy difícil, es una gran tirada.
Los largos se suceden, continuando en cabeza el compañero de Mateo. El día transcurre muy rápidamente al tiempo que se pone malo meteorológicamente hablando ya que unos densos nubarrones anuncian agua. Son las cinco y consultamos el croquis pues no vemos la hora de llegar al comienzo de la gran chimenea, la reseña marca que, parte de unas repisas como para vivac donde cabrían seis personas y es de ahí donde arranca la chimenea. Después de un largo bastante sostenido de quinto grado alcanzamos las famosas repisas, a todas estas comienza a llover con bastante fuerza. Ya son casi las siete y todavía nos quedan como ochenta metros para salir de la pared. Dudamos que hacer creemos que tendremos que vivaquear incluso alguno dijo que lo hiciéramos aquí mismo ya que el lugar era cómodo, pero decidimos continuar. El Jijones intenta continuar en cabeza, pero el esfuerzo que ha hecho durante el día le pasa factura a sus dedos que al aferrarse se le niegan a abrírsele de nuevo produciéndole un fuerte dolor que le hace gritar de una manera que asusta, Mateos tampoco la tiene todas consigo ni yo tampoco, pero al fin cojo la cabeza, la entrada a la chimenea la realizo con un paso en los estribos para continuar en libre, al principio fácil pero pronto se hace extremadamente difícil, en el flanqueo de una lisa placa estuve a punto de caer ya que la cuerda hacia mucho roce con la roca. En una corta hendidura monto la reunión y hago que suban los compañeros. Primero uno y mientras él asegura al de abajo, yo ya estoy dando la siguiente tirada sin que nadie me este asegurando. Así serán los cuatro largos en los que hicimos la famosa chimenea.
Largo tras largo algunos con mas y otros con menos dificultad voy acercándome a la salida de la pared, solo me quedan treinta metros cuando comienza a oscurecer, miro el reloj y marca casi las veintiuna horas. En este último largo no puedo llevar la mochila ya que es demasiado estrecho y se la dejo a los compañeros, este tramo es difícil hasta sus últimos metros, como no me quedan mosquetones lo hago sin seguro alguno, ¡por fin grito cumbre!
Monto la reunión y les vocifero que cuando quieran, pero como nos hallamos escalonados y ha oscurecido completamente este tramo se les hace muy difícil y subir la mochila es un problema ya que se engancha en la chimenea. A lo lejos vemos como caen algunos rayos. Como hace frio me acurruco entre unas rocas y al instante me duermo, me despiertan los gritos de los de abajo que hace un rato que me llaman para que les asegure -la verdad es que no sé cómo sucedió, el cansancio me pudo-. A la una de la madrugada asoma su cabeza Mateo que venía de ultimo.
Recogemos el material y buscamos un abrigo para pasar la noche, encontramos un pequeño nicho echo por otras cordadas en las mismas circunstancias. Apenas cabemos, pero es mejor estar apretados que tener frio. Estamos contentos, hemos hecho realidad un deseo, sacamos algo para comer y a esperar el día.
La noche transcurre lenta, pero como todo, tiene su fin y la luz hace que los colores vuelvan a reinar. Tan pronto como podemos orientarnos nos ponemos en camino, la hierba que tapiza la cumbre del Tozal se extiende por todo el anfiteatro, es una verdadera delicia caminar por el pequeño sendero, buscamos afanosamente las famosas clavijas de Salarons con gran cuidado en no equivocarnos y meternos en un atolladero. Encontramos la bajada y la realizamos con rapidez ya que tenemos ganas de estar en el valle con los amigos y contagiarles nuestra alegría. Al llegar encontramos preocupado al que nos estaba esperando, cuando estamos reponiendo fuerzas aparece Alberto que ha subido en auto stop pues estaba preocupado por nosotros. Todos juntos regresamos al camping y damos por finalizada esta bonita actividad.
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